Hace poco, en el artículo que escribimos de Así se viajaba antes de que existiera internet , hablábamos de lo mucho que nos gustaba alojarnos en hostales. Y no es algo que haya quedado en el olvido, pese a que en muchas ocasiones utilizamos los hoteles y las casas particulares de Airbnb, nos sigue encantando ese aroma que desprenden los hostales de toda la vida. Abrir el ojo y que te llegue el olor a café, los desayunos compartidos con desconocidos con los que al final acabas charlando o la hospitalidad que suele caracterizar a los que allí trabajan son ventajas a tener muy en cuenta. Atrás ha quedado esa idea generalizada de que los hostales sólo estaban destinados a mochileros: ahora es habitual cruzarte por los pasillos con familias con niños pequeños y matrimonios jubilados. Hay hostales encantadores que nos han gustado muchísimo más que hoteles de…
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